Después

Y llegamos al final. Volvemos a casa con la vuelta al cole con una maleta cargada como nunca. Las vivencias , los paisajes, las personas, los olores y todo ese mundo de sensaciones no se han quedado en el camino, han venido con nosotros, han ido directamente a nuestra mochila personal y desde allí irán saliendo poco a poco y seguramente en muchas ocasiones lo harán sin pedir permiso, ayudándonos en algún momento y adelantándose a nuestras necesidades. Aparecerán sin más, saldrán a escena a improvisar un papel casi olvidado y nos ayudarán y recordarán que TODO sigue y seguirá con nosotros.

Volver a casa, con la familia y amigos, iniciar el cole, volver a la cotidianidad se ha hecho fácil y rápido, de manera natural, como lo ha sido el viaje.

Gracias a todos los seguidores que nos habéis acompañado en este viaje haciendo comentarios; a todos los amigos/as y familiares que a través de correos electrónicos y skipe nos habéis puesto al día. A las maestras/os Pilar, Laura y Christian y especialmente a Anna que además de hacer sentir a Elena dentro de la clase nos ha deleitado con un cuento fascinante que podéis leer en el blog de la escuela. A los amigos que nos han ayudado con sus experiencias en la organización del viaje. Y principalmente a nuestra familia por su apoyo y por permitirnos centrarnos en nuestro sueño mientras ellos y ellas se encargaban de lo cotidiano.

Un sueño cumplido superando la mejor de las expectativas que nos anima a pensar en el siguiente!!

Un abrazo.

La India: Udaipur, Bundi, Pusker, Jaipur, Khajuraho, Varanasi y Agra.


Después de quince días en la India empezamos a verlo todo de otro modo. Ya estamos acostumbrados a las carreteras sin asfaltar con sus motos llevando hasta siete personas, con las vacas circulando libremente, las bicicletas, los decorados camiones, los hacinados autobuses cargados hasta en el techo y sin olvidar los incesantes pitidos y los vehículos que van contra dirección porque “esto es India” como nos dice nuestro conductor.



Los ojos se acostumbran también a los montones de basura que se acumulan en las calles y las vacas comiendo en ellos y nuestra mirada se centra en las escenas cotidianas que tenemos la suerte de presenciar. Escenas como las que ocurren alrededor de las fuentes o pozos que funcionan con una palanca y que siempre cuentan historia diferentes; dos niños pequeños que no llegan al mango hacen peripecias para sacar agua, una mujer llena cinco cántaros de acero y se los coloca en la cabeza como en un número de circo, un hombre se enjabona y aclara, un grupo de mujeres vestidas con sus coloreados sarees charlan alrededor de la fuente... Estas escenas ocurren frente a las casas, la mayoría minúsculos espacios de tres paredes de ladrillo sin rebozar y sin puerta que deja ver el somier ya típico para nosotros y alguien durmiendo a la sombra que pide los 40º. Niños y niñas, con grandes y blancas sonrisas, alrededor del columpio hecho con una cuerda en un árbol. Campos verdes de maíz, patatas, mangos... y agricultoras coloreando el paisaje. Cabreros y cabreras sentados en cuclillas bajo un paraguas negro para protegerse del sol mientras sus cabras a dos patas se alzan para comer las hojas de los árboles. Barberías callejeras con sólo una silla y un espejo.
En cada pueblo un mercado animado de puestos de verduras, fruta (sobre todo plátanos), pulseras, neumáticos y de piezas usadas de coche, bebidas y patatas chips de la marca Lays que nos recuerda que la CIO de Pepsico es una mujer India y que no toda la India es así. Delante de todos estas tiendecitas siguen los montones de basura y barro, pero como os decimos, ya no los vemos. Cada kilómetro decenas de imágenes para nuestra retina.
Durante estos días coincidimos con un nuevo movimiento social que se manifestaba en las principales ciudades en contra de la corrupción política que impera en el país. El líder, un hombre de 70 años con túnicas blancas fue encarcelado y unos días después liberado gracias a la presión de las manifestaciones, su nombre es Anna y ahora se encuentra en huelga de hambre y el gobierno en jaque. Por aquí le llaman el nuevo Gandhi.




Udaipur. Es conocida como la ciudad de los lagos y el arte en miniatura. El palacio de la ciudad y el templo son ambos dos obras maravillosas merecedores de una tranquila visita y muestran un buen estado de conservación. Tiene también el palacio del lago, hoy convertido en hotel y un agradable paseo con tiendecitas, sobre todo de dibujos y pinturas.
Desde la azotea de nuestro hotel vemos el pueblo pintado de azul, niños vecinos que nos saludan desde minúsculas ventanas y monos, muchos monos saltando de tejado en tejado, un elefante pidiendo dinero y escenas cotidianas que hablan por sí solas.




Bijolija - Bundi. Antes de llegar a Bundi paramos para pasear por una ciudad poco conocida en las rutas turísticas; Bijolija. Es un pequeño pueblo con un templo jainista y coloridas calles. En Bundi pasamos dos noches pero este es un destino que no nos gustó demasiado. Lo pasamos muy bien en su animado mercado mezclándonos con los lugareños que nos recibían con sonrisas y extrañeza dado que tampoco es un destino demasiado habitual, pero la atracción de esta ciudad es un dejado y olvidado fuerte que tristemente ya no merece la pena la entrada que hacen pagar. Ahora bien, lo más curioso aquí fue que al comprar la entrada te dicen que cojas un palo de un cubo que tienen junto a la puerta para defenderte de los peligrosos monos que hay en el camino y en el fuerte. Os podéis imaginar la aventura de visitar el fuerte habitado por los monos a los que no les gusta que los visitantes metamos la nariz por allí. Fue lo mejor, una especie de safari con pequeñas dosis de tensión.




Pusker. Es una famosa ciudad conocida por su lago sagrado a la cual cada día llegan miles de personas en peregrinación para ver la figura del Dios Brahma, única en la india y después rezar y hacer plegarias en el lago. Esta ciudad vive únicamente del turismo, las tiendas que rodean el paseo son pura tentación y aquí pudimos comer una deliciosa pasta para hacer un paréntesis entre tanto picante, massala y comino acompañado de una cervecita envuelta en papel de plata, escondida en el bolso y tomada en taza de capuchino ;)
Al llegar a las puertas de acceso al lago nos encontramos con un simpático grupo de españoles que nos advirtieron del robo que les acabaron de hacer; les habían separado, asignado un gurú o sacerdote y habían acabado pagando una pasta sin darse cuenta. A pesar del aviso de nuestro amigos , al día siguiente sin darnos cuenta el guía nos deja con un gurú con el que hicimos el ritual sagrado y acabó gritando porque sólo aportamos 1.000 rupias (20 € aprox) a la causa para el bien de nuestro karma... esto queda en anécdota y aviso para quien la visite. La ciudad vale la pena. Cada uno le pondrá el grado de misticismo que considere y además por la noche, con las casas iluminadas, nos deleitamos de la puesta de sol en buena compañía.





Jaipur. Es la gran capital del Rajasthan. Visitamos el palacio del viento, los fantásticos fuertes de la ciudad a los que accedimos a lomos de elefante emulando en nuestra memoria a Sandokan -el tigre de Malasia-, el observatorio astronómico y el palacio de la ciudad. De nuevo las fotos hablan por sí mismas. Nos llevamos de Jaipur un bonito recuerdo al pasar una mañana en casa de las hermanas de Ganish, nuestro conductor dado que coincidía con la festividad de los hermanos en la que las hermanas regalan una pulserita y el hermano da regalos y dinero. Le acompañamos y no sólo pudimos ver este ritual sino que compartimos la mañana con las 20 personas que conviven en la misma casa bebiendo té, haciendo tatuajes de henna y charlando de sus costumbres.






Kahurajo. De Jaipur fuimos a Agra, pasamos una un día y una noche y de nuevo en ruta fuimos a ver el famoso conjunto de templos de Kamasutra. A pesar de que puedes admirar una obra de arte magnífica que se encuentran en un buen estado de conservación y además puedes divertirte buscando las famosas posturas sexuales que adornan las paredes de los templos, la carretera para llegar hasta allí es pesada y peligrosa. En nuestra opinión no valía la pena llegar hasta aquí en coche. Si alguien lo quiere visitar mejor coger en tren. Son 10 pesadas horas de coche. Natalia y Elena como siempre sin quejarse los más mínimo, la nintendo, lectura, cartas del uno... estas niñas son, además de maravillosas, un 4x4.



Varanasi. Los verdes paisajes del altiplano del trayecto desde Kahurajo son fantásticos. De nuevo 10 horas de coche pero Varanasi bien merece la pena. Una vez allí nos dimos cuenta de que tendríamos que haber seguido hasta Nepal, estábamos a sólo 400 Km pero la ruta ya no la podíamos modificar, lástima. Podíamos haber prescindido de Bundi y Mont Abu y haber incluido Nepal, sin duda.
Varanasi... la ciudad mágica. Calles estrechísimas, multitud, crematorios y las puertas de acceso al Ganges explicando miles de historias:
Una chica se afeita la cabeza y lanza sus cabellos en ofrenda tras perder a sus familiares, un gurú redime de sus pecados a un hombre que repite un tantra sagrado, una señora nos insiste en comprar flores y velas para pedir deseos en el sagrado río, un búfalo y más tarde una vaca pasando flotando por la fuerte corriente, diferentes personas lanzan algo al río en bolsas de plástico atadas con un nudo, dos hombres bucean y sacan monedas, con la boca, muchas personas se desnudan, se enjabonan y se aclaran en las aguas sagradas y, no olvidemos, contaminadísimas aguas del Ganges. Por la tarde las ceremonias de cremación, que vimos desde una torre y las pujas frente al río con sus cantos y ritos eran impresionantes. En definitiva un día lleno de emociones para celebrar el cumpleaños de Marc.
Pasando a lo más práctico. Nos levantamos a las cinco de la mañana para ver el amanecer y alguna ceremonia. Pagamos cerca de 2200 rúpias por dar un paseo en una barca y ver como salía el sol y nada más. Por la tarde volvemos en un tuc tuc que se mete por las callejuelas de manera inimaginable hasta que no podemos más y seguimos a pie. El conductor del tuc tuc nos advierte de la delincuencia de Varanasi y de los miles de robos que se producen cada día de manera exagerada para ganarse la propina como guardas espaladas ;) Nos lleva a una torre desde la que podemos ver ceremonias de cremación a pocos metros. Al subir a la torre nos encontramos en el primer piso con unos ancianos estirados en el suelo. Estas personas están muy mayores y enfermos, no tienen donde ir y están aquí esperando la muerte. Os podéis imaginar como se nos queda el cuerpo. Después de verla cremación al volver a pasar por el primer piso, nos dicen que tenemos que pagar a una ancianita para colaborar en la compra de leña para la cremación. Le damos 150 rúpias y nos grita (otro más) y al final descubrimos que afortunadamente los ancianos no esperaban la muerte sino al turista de turno al que sacarle todo lo que se pueda!!








Agra. Visitamos Agra en dos ocasiones diferentes en nuestra ruta. El primer día visitamos el Tajmahal tempranito para evitar el calor, la aglomeración de personas y el color que refleja el mármol blanco con la luz del día del amanecer. El segundo día visitamos el fuerte de rojo de Agra y volvimos a ver el Tajmahal desde el otro lado del río, desde los jardines. ¿Qué os podemos decir de esta impresionante obra? A pesar de que es hartamente conocida por estar en la lista de las maravillas del mundo te sorprende y deslumbra. Las fotos hablan por sí mismas.






Con la imagen del Tajmahal en la retina y más de 4000 km por India a la espalda, emprendimos camino al aeropuerto de Delhi. Nuestro vuelo salía a las 02h de la madrugada con escala en Londres para llegar a Barcelona a las 14.30h. Se mezclan sensaciones, imágenes, recuerdos, sentimientos.
Muchas gracias a todas y todos por vuestro seguimiento, apoyo y ánimo. 
 

La India: Delhi, Mandawa, Bikaner, Jaisalmer, Jodhpur, Mount Abu y Ranakpur.

El tiempo pasa volando y ya estamos en nuestro último destino, la India. Nos acordamos de que la mayoría de vosotras y vosotros también estáis disfrutando de las vacaciones (estas ciudades del Rajasthan están repletas de españoles), os deseamos que desconectéis y dejar de leer blogs.
Nuestra ruta de 27 días en India se centra en Delhi, la región del Rajasthan, Agra y Varanasi. Para realizarla hemos contratado un coche con conductor que nos recogió en el aeropuerto de Delhi y allí nos dejará al final del recorrido. Con la misma empresa familiar India hemos contratado los hoteles. Debemos agradecer a Tino y Olga su ayuda e información para organizar este destino. Por cierto, nuestro coche es un Ambassador, un viejo y clásico modelo indio utilizado por los políticos y diplomáticos. Así recorremos el país.

Después de 14 días en la India podemos decir que no es un destino cómodo para el viajero, sobre todo los primeros días, por diferentes motivos:
Los desplazamientos por carretera son toda una aventura, para recorrer 200 km el tiempo oscila entre las 5 y 7 horas, como dice nuestro amable conductor Ganish “depend the tràfic”. Esto quiere decir depende del número de coches, camiones, taxis motocarros, motos, bicicletas o personas que circulen a la vez por el mismo carril (el sentido es indiferente), del número de vacas, burros, camellos, cabras, monos o búfalos que te encuentres en medio de la carretera. En la carretera todo vale (o eso nos parece a nosotros) y el estado de la calzada, las balsas de agua, la falta de señalización y los imprevistos hacen que sea una gran aventura, aunque Ganish lo lleva muy bien.







La suciedad lo rodea todo, la pobreza (nos falta valor para fotografiarla), la falta de higiene, la no canalización de las aguas residuales, la constante demanda de dinero... pero aún con todo ello, excepto en las carreteras, la sensación de seguridad es alta.
La comida, en su mayoría vegetariana, es de buena calidad pero la poca variedad y que les encanta el picante (lo utilizan para conservar) hace que empecemos a echar de menos la comida occidental.
La sociedad es muy machista. Los hombres hacen todos las tareas de cara al público mientras las mujeres trabajan en casa, en el campo o en las obras transportando sobre sus cabezas arena, rocas, ladrillos... eso si, cuando pasean o van al templo llenan de colorido las calles con sus alegres sarees y velos. Los recepcionistas, camareros, comerciantes... sólo se dirigen al “Sir” y tratan con indiferencia a las damas de la casa.


Buena parte del abundante patrimonio no se encuentra en buen estado de conservación y nos hace intuir que en pocos años muchos de estos palacios y fuertes pueden desaparecer.
Sobre la típica pregunta: ¿Te ha gustado lo que has conocido de La India? Es difícil responder. La India tiene tantas miradas como quieras darle. Podemos poner el foco en la maravilla arquitectónica legado de la ruta de la seda y de los momentos de bonanza que vivió el país siglos atrás. En sus paisajes verdes de montaña llenos de vida animal y en los tonos ocres del desierto. En sus coloridos poblados sin estructura urbanística, en sus palacios, fuertes, havelies o en los templos. En el colorido de los sarees, ornamentos de las mujeres y en las sonrisas de los niños y niñas. O mejor aún en la manera despreocupada de vivir la vida marcada por eventos religiosos. En definitiva, una maravilla que no podemos dejar de vivir.



Pero hay otra perspectiva a pesar de bolliwood y la multinacionales que se han instalado, y es aquella que recuerda que aquí sigue habiendo una gran riqueza de recursos muy mal gestionada, altos índices de pobreza, malnutrición, poderosos marahas viviendo en palacios, mujeres que no salen de casa si no es para ir al templo a rezar por la buena salud de sus maridos, sociedad dividida en castas que aún se mantiene en muchos lugares, machismo, niños trabajando, basura y suciedad en cualquier calle o rincón... En definitiva una realidad que no podemos dejar de comentar.
La India no deja indiferente a nadie. Natalia y Elena han vivido la sensación de llegar a un lugar en el que todo el mundo las mira con curiosidad, les tocan el pelo, las rodean... nosotros somos los raros! Los pitidos de los coches y motos que circulan por el mismo lugar que los peatones, las vacas y otros animales más las cientos de personas que transitan entre montones de basura las incomoda y no dejan de hacer preguntas como; ¿pero por qué está tan sucio?, ¿por qué no tienen acera para las personas? ¿por qué pitan todos continuamente? ¿por qué no limpian si están tumbados sin hacer nada?... y después sentencian; “pues así no van a venir turistas”.
Pero sí que hay turistas. Está lleno de españoles y franceses ávidos por conocer una forma diferente de vivir y de entender esta vida.
Delhi. La capital combina la cara política con el festival de Shiba (uno de los festivales religiosos que inundan India). De la visita destacamos humayun's tomb, qutub minar y el animado mercado. Contrasta la limpia y ajardinada zona política con las barracas y basura amontonada en las afueras.



Mandawa. Ya en el Rajasthan, esta ciudad y sus alrededores esta repleta de havelis, antiguos palacetes con gran ornamentación y pinturas en sus paredes. La mayoría muy deterioradas pero interesantes.



Bikaner. Aquí visitamos uno de los templos que más nos ha impresionado. A los templos se debe entrar descalzos y en este “el templo de las ratas” está repleto de estos animales a los que adoran y alimentan. También merece ser visitado el Junagarh Fort que tiene una buena conservación.



Jaisalmer. La ciudad de oro, llegamos al desierto y el fuerte que domina la ciudad construido con la tierra ocre del desierto se ilumina con el sol. La ciudad dentro del fuerte es muy auténtica y vale la pena perderse por ella. Desde aquí nos desplazamos al desierto para hacer un safari en camello al atardecer para ver la puesta de sol (y también unas carreras en camello que ganaron con facilidad Natalia y Elena). Después de una cena espectáculo, un carro tirado por camello nos llevo a las dunas para dormir bajo las estrellas. Como todo en la India, podemos hacer la lectura bucólico bohemia o poner el foco en lo sucio y dejado del lugar, niños haciendo de guías... De todos modos la experiencia fue fantástica.










Jodhpur.  Recibe el nombre de la ciudad azul por las casas pintadas de este color. El fuerte de Meharangarh nos transporta a la lujosa vida de los marajas y cuentos de sultanes y princesas. El mercado del centro es agitado y vivo, destacando el de las especies. También aquí se mantiene esa explosión para los cinco sentidos; colorido en los vestidos de las mujeres, olor de las basuras, pitidos de motos y motocarros y los sabores de las especies de la India.






Mount Abu. Lugar algo más alejado de los circuitos europeos (somos casi los únicos occidentales pero lleno de turistas indios) y que sus paisajes y vistas sobre los valles del Rajasthan nos recuerdan a “El libro de la Selva”. Los monos que aparecen por cualquier rincón y nos atacan sin dudar para defender su territorio. Aquí pudimos ver un templo jainista impresionante.


Ranakpur. Lugar conocido por su espectacular templo jainista. Varios edificios de mármol labrado hasta el último detalle con multitud de figuras. La verdad una maravilla. Al día siguiente empezaba un encuentro de meditación y yoga. Una vez más nos encontramos a un grupo de simpáticos paisanos de Barberà, Barcelona, Mondragón, Cáceres, Badajoz... qué alegría volver a charlar en catalán y castellano.





Un fuerte abrazo y hasta muy pronto.